A los ojos de Dios, todos somos de inmenso valor


Valía la pena...
Cuando trajeron al joven soldado a la sala de cirugía, el doctor Kenneth Swan movió la cabeza. Dudaba sinceramente que valiera la pena tratar de salvarle la vida. Tenía ambas piernas destrozadas. El pecho lo tenía hundido. Había perdido un ojo, y el otro estaba mal herido. «Si vive —pensó el médico—, será infeliz toda su vida.»¿Valdrá la pena operarlo? Sin embargo, lo operó.
Veintitrés años después se encontraron el doctor Swan y Kenneth McGarity, el joven que había sido herido en el campo de batalla. Sucedió en Fort Benning, Georgia, cuando el gobierno le otorgaba cuatro condecoraciones al veterano de Vietnam.

El médico y el veterano se dieron la mano. McGarity estaba lisiado y, además, ciego. Pero había cursado estudios de universidad, se había casado, tenía dos hijos y tocaba magistralmente el piano. Kenneth McGarity era un hombre entero, feliz y útil a la sociedad«He aprendido una gran lección —dijo el doctor Kenneth Swan—. Nunca debo dudar de la validez de una operación.»
Este caso tiene dos capítulos. El primero fue la explosión de una bomba que destrozó a Kenneth McGarity en la guerra de Vietnam, y el médico que lo operó porque algo, como quiera, había que hacer. El segundo capítulo tuvo lugar veintitrés años después, cuando el médico pudo contemplar el valor de su decisión.
¿Valía la pena hacer todo lo posible por poner en orden el cuerpo destrozado de ese joven? ¡Seguro que sí! Hubo que amputarle ambas piernas. Hubo que extraerle los dos ojos. Hubo que coserlo por todas partes, y reacondicionar pecho, rostro, brazos y manos. Pero valió la pena. Tras veintitrés años de lucha tenaz, Kenneth McGarity llegó a ser un hombre completo y feliz.

¿Qué tal si damos rienda suelta a la imaginación? Un día Dios el Padre y Jesucristo su Hijo conversaban acerca del hombre, que había caído en las garras de Satanás y estaba totalmente destrozado por el pecado. El Padre preguntó: «¿Vale la pena salvar a este despreciable ser humano?» Y el Hijo respondió: «Sí, vale la pena. Tengo esperanza en él. Daré mi vida por él, y con mi sacrificio lo regeneraré y transformaré.»  Así pudo haber transcurrido la conversación. 
Lo que sabemos sin tener que imaginárnoslo es que Cristo vino a este mundo. Murió en la cruz del Calvario, y resucitó para confirmar el valor de ese sacrificio. A los ojos de Dios, todos somos de inmenso valor. Por eso entregó Dios a su Hijo. Y es por ese sacrificio que nosotros podemos gozar de una vida plena, abundante y digna. A eso la Biblia lo llama salvación.

Por: Hermano Pablo.

Dios instituyó la familia, y ha provisto de secretos para la familia


No buscar culpables y asumir la propia responsabilidad es una decisión fundamental para obtener un matrimonio saludable!
"¿O cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo”, no mirando tú la viga que está en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano". Lucas 6:42
Hoy en día es exageradamente común ver a los matrimonios culpándose el uno al otro por las circunstancias adversas y los malos resultados en la vida. Es una tendencia que tiene mucho que ver con el sentido de aceptación y el autoestima de la persona.
Entre más baja sea el autoestima, mayor será su tendencia a buscar la culpa en otros.? ?A nuestra oficina vienen muchísimos matrimonios quejándose de las acciones y actitudes del otro con el propósito de que les demos la razón para sentirse mejor. Y en ese intento, culpan a su pareja de todo lo que puedan e ignorando sus propias aportaciones a los conflictos conyugales.


Esa actitud de culpar al otro nunca va a corregir el mal, y por el contrario existe una mayor probabilidad de que el conflicto se haga más grande. Es muy difícil que una persona cambie para bien cuando se le está haciendo sentir culpable.? ?La actitud correcta y saludable es asumir la responsabilidad por las fallas y errores cometidos.
Cuando en un Matrimonio al menos uno de los dos, reconoce su parte en el conflicto con un sentido correcto de responsabilidad, la tensión baja y aumenta la posibilidad de que el cónyuge reconozca su parte también y puedan proceder a una restauración.? ?Asumir la responsabilidad es una acción de personas proactivas hacia la estabilidad de la familia, porque reconocen los errores propios y procuran enmendarlos para generar una relación saludable.? ?Si has sido una persona con tendencia acusadora en tu matrimonio, debes reconocer y pedir perdón a Dios primero por tu actitud destructiva.
Tu valor esta en función de quien eres. Valórate con un hijo(a) de Dios que no necesita el reconocimiento público ni el de tu pareja para saber lo que vales. Al obedecer a Dios, te valoras como su hijo y eso te ayuda a crecer tu autoestima y vivir más por el deseo de agradar a Dios que agradar a los hombres.? ?Asume entonces tu propia responsabilidad sin exigir lo mismo del otro.

El tan solo hecho de asumir tus responsabilidades será un incentivo para que tu pareja haga lo mismo, pero nunca lo fuerces a hacerlo. Y concéntrate más en las virtudes y aspectos positivos de tu pareja. Dios nos manda a pensar siempre en lo bueno, lo justo, lo que tenga alguna virtud.? ?Y pídele perdón a tu pareja también por haber tenido esa actitud en el pasado. Hablen de cambiar esa actitud y más bien decidir apoyarse y protegerse mutuamente para que alcancen la estabilidad familiar y vivan una vida espiritual y emocional saludable.

Abriendo las puertas del corazón puede ingresar la luz de Jesucristo


Es que las tinieblas del pecado de este mundo malvado se disipan de una sola manera: abriendo de par en par las puertas del corazón para que entre a raudales la radiante luz de Jesucristo.


Cuentan que los discípulos de un rabino muy sabio, perturbados por la existencia de tanta maldad en el mundo, le preguntaron a su maestro cómo podían acabar con el oscurantismo.
- Bajen al sótano —les dijo el rabino— y traten de barrer la oscuridad con una escoba.
Extrañados, los discípulos obedecieron, pero todo siguió oscuro. Así que el rabino les dijo:
Consigan palos y úsenlos como armas para ahuyentar a la oscuridad.

Los jóvenes, sumisos, siguieron otra vez el consejo de su maestro, pero ese método tampoco les dio resultado. Entonces el rabino sugirió:
Si así no sale la oscuridad, griten y traten de espantarla dando alaridos.
Pero con eso tampoco lograron nada. Por último el rabino les aconsejó:
¿Por qué no enciende cada uno una vela, y entra con ella en el sótano a ver qué pasa?
Tan pronto como el primero de ellos entró en el sótano con su vela encendida, comenzó a disiparse la oscuridad. No podía competir con la luz, por más pequeña que fuera.
Así como aquellos discípulos del sabio rabino, algunos tratan de barrer la oscuridad de su vida con las escobas de los buenos deseos y de las buenas obras. Tienen las mejores intenciones, pero no obtienen los resultados deseados.
Otros, a fin de ahuyentar la oscuridad, usan como armas los palos de las penitencias, martirizándose en busca de alivio. Pero eso no los deja más que frustrados y maltratados.
Y aun otros dan alaridos, protestando constantemente contra el mal. Con eso se desahogan un poco, pero no les trae sino una satisfacción momentánea.

Es que las tinieblas del pecado de este mundo malvado se disipan de una sola manera: abriendo de par en par las puertas del corazón para que entre a raudales la radiante luz de Jesucristo. Por eso dijo Jesús: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida». Juan 8:12
La buena noticia que nos da Jesucristo es que si nos hacemos seguidores suyos, de ahí en adelante no tendremos que volver jamás a andar a tientas en la oscuridad de nuestra vida pecaminosa. Porque Cristo, una vez que le demos la oportunidad de comenzar a alumbrar nuestra vida, hará que desaparezca por completo toda sombra de pecado.

Por: Carlos Rey

Dios instituyó la familia, y ha provisto de secretos para la familia


Secretos para la familia
En la Biblia encontramos los secretos para la familia  que se caracteriza por acciones y actitudes que sólo vienen de Dios, y por Dios.
Secreto Nº 1.- La Palabra de Dios debe ser claramente establecida como autoridad máxima en la vida de la familia. Se forma la base del estilo de vivir, la disciplina y las relaciones. Josué 1:8 "Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien". 

Secreto Nº 2.- La Palabra de Dios debe ser leída y discutida regularmente en el hogar. Deuteronomio 6:6-9. "Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes..."
Secreto Nº 3.- La oración debe ser practicada y enseñada en el hogar.  1 Tesalonicenses 5:17.  "Orad sin cesar".
Secreto Nº 4.- Los padres deben dar mucho tiempo a sus hijos.  Aprovechando bien el tiempo porque los días son malos.  Efesios 5:16
Secreto Nº 5.- Los miembros de la familia deben aprender a vivir en sumisión los unos a los otros.  Efesios 5: 21"Someteos unos a otros en el temor de Dios".
Secreto Nº 6.- Cada miembro de la familia debe mostrar un sentido de responsabilidad hacia los otros miembros de la familia.  Romanos 12:10  "Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros".
Secreto Nº 7.- La familia cristiana procura la diversión con grupos cristianos. 2 Corintios 6:14 "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?"
Secreto Nº 8.- Todos los miembros deben aprender que la comunicación amorosa, considerada, es vital a la vida familiar saludable. Efesios 4:29-32"Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo".
Secreto Nº 9.- Cada miembro de la familia debe aprender a llevar su parte en las responsabilidades del hogar. Gálatas 6:2 "Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo".
Dios instituyó la familia, y ha provisto los secretos para la familia, que traen grandes dividendos.